El viaje

Por: Joan Bones

Las voces que oía, que a veces lo despertaban, se silenciaron repentinamente. Ya no lo atormentarían más, no lo divertirían con los recuerdos de un pasado presente aun en su vida. Al cerrar sus ojos lo último que vería sería dos manos en su rostro, dos manos tibias y gráciles, acompañadas de una sonrisa pura, pero escoltada con el brillo de las lágrimas de sus ojos.

De a poco los dolores pasaron, dejaron de morder. Todo se hizo más liviano, dicen que viajar ligero es ventaja de pocos. Viaja sin penas, ni amarguras, sin las ataduras de este mundo fútil y yermo, a cambio se lleva todo lo mejor que conoció en su vida: el amor. Amor de esos que marcan con fuego el paso por este camino sinuoso, un amor que no se olvidará jamás, un amor en donde las matemáticas fracasan, en donde el uno más uno siempre será uno.

Nadie sabe el final de los caminos, ni el más sabio ni el más ingenuo, nadie conoce los atajos ni las bifurcaciones que vendrán y por supuesto nadie sabe que tan lejos llegará. Nuestro viajero en cuestión recorrió este camino con un ticket de ida, y con conocimiento de donde estaría su parada final. Este conocimiento generó inicialmente su rebeldía a lo impuesto, confrontó sus más profundas convicciones, despertó sentimientos y sensaciones nunca antes vividas.

El conocer el final anticipado del viaje le permitió ordenar su vida, para viajar ligero, y alivianar la mochila de los que ama.

Su compañera ayudo a su viaje dándole la guía necesaria, para que caminara con paso seguro. De las pocas cosas que guardó en su bolsa de viajero, guardó sólo lo importante: un par de guantes que cubrieran sus gentiles manos, que entregaban caricias y apretaban con sinceridad al fraterno que lo saludaba. Un disco que contenía las canciones que disfruta, las canciones de los momentos especiales, momentos únicos. Y lo más importante, atesoro un susurro que sólo decía lo mucho que la amó y amará y lo feliz que la hizo, sin pedir nada a cambio. Esto dio tranquilidad, dio luz, la luz que se necesita para aclarar el vacío de la oscuridad.

Cuando emprendió el viaje, sintió paz y reposo, se ubico cómodamente y espero que la vida tomara el curso ya designado...