Envidia

Por: Fernando Muñoz

José Miguel creía que tenía todo en la vida: un buen trabajo, una novia atractiva, los mejores padres que uno quisiera tener, una profesión con un gran futuro, un perro labrador amarillo que le obedecía de manera ciega, un auto deportivo que atraía miradas, un estado físico envidiable, la personalidad de un líder innato, la satisfacción de haber logrado cada uno de los objetivos que se había propuesto en su vida. Sin embargo, aquel día que conoció a el amigo de Cristián, se dió cuenta que "nunca podría tener aquella libertad; que sólo un soñador con vocación de poeta muerto de hambre podría tener". Esa fue la razón que usó en su defensa, mientras los ojos atónitos del juez y el jurado lo miraban desde una distancia cada vez más lejana, en su juicio por asesinato con alevosía, sin premeditación y sin motivo aparente.