Por: Fernando Muñoz
El mecanismo era simple, todo consistía en una mera fórmula matemática y claro, confiando en que las leyes de la física elemental harían el resto. Sin embargo, para el científico ésto parecía demasiado sencillo y sin parar de rascarse la cabeza analizaba el artefacto desde todo ángulo posible, en el pequeño cuarto no hallaba ninguna razón para refutar el modelo; pensaba para sus adentros, mientras sus dedos se movían compulsivamente entre sus cabellos: "es sencillo, no contamina, puede mejorar la calidad de vida de las personas, hará que nuestras sociedades crezcan más saludables, no requiere de mucha energía, y es atractivo a la vista..."
Revisó por última vez el invento, recorrió con sus manos la estructura metálica, observó minuciosamente cada una de las piezas que componían el mecanismo de propulsión, se aseguró que todos los elementos estuvieran conectados de manera segura y que los engranajes contaran con la lubricación necesaria, corroboró de manera definitiva que el sistema de navegación y dirección estuvieran a punto y de un brinco y sin dudarlo se montó en el aparato; un leve empujoncito y se echó pedaleando colina abajo con una sonrisa en el rostro y un vientecito agitándole los cabellos, en el año que inventara la bicicleta.
Tuesday, April 22, 2008
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