Sunday, May 28, 2006

La última copa.


Por: Fernando Muñoz
"De los seres afortunados"

Desde el fondo de la copa la última gota de este vino rojizamente seductor y salvaje se desliza acertadamente por el cristal para dejarse caer a través de tu garganta.
La noche se hace azulina y profunda, las calles se van vaciando. Todos como animales procesados y alcoholizados por la cargada noche sexual de bailes deshinibidos y de música estridente que se abrió paso por tus oídos, como una bestia rugiente y violenta que no tiene ataduras y que es capaz de matarse a si misma por llegar más allá, por sólo atravezar un oído más, por tan solo quebrar un tímpano más... por tan solo romper la velocidad de los decibeles una sola vez más.
Ahí en estas calles medio vacías, con uno que otro cuerpo que camina zigzageando de manera oscura y tristemente anónima, sobre esas calles medio mojadas por la garúa de la noche, por la orina de los transeúntes y por la condensación del vaho de esos cuerpos calientes y sudorosos que abandonan los clubes y discotecas. Te descubres pensando en ella.
Después de la batalla de cuerpos contorneándose al ritmo alocado de los dedos de un dejay macabro y todo poderoso, después de esa fiesta bacanal en que tu garganta no tuvo reparo en acariciar cuanto licor se le ofreciera en nombre del sexo y la lujuria. Tus pasos te llevan hacia ella y tus pensamientos con ellos van.
Sólo que esta noche es diferente y sabes que a pesar de que de los arrepentidos es el reino de los cielos, ni habrá para ti arrepentimiento, ni reina, ni cielito lindo. Porque en esta noche de excesos te tocará morir.

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